El Cafè d'en Litus

"Plateforme" no és tan sols una novel.la amb escenes de sexe molt explícites, repugnant, pessimista, pornogràfica i amb afirmacions implacables i provocadores, demagògiques, a vegades, i molt argumentades, d’altres. També és una novel.la romàntica (sí, heu llegit bé, romàntica), sorprenent i molt actual. Tot depèn dels ulls del lector.

Plateforme, de Michel Houellebecq

"Como que me entran ganas de llevar la contraria nada más por agitaros un poco la autocomplacencia de “caña al Arturín” (del que también tengo todos los libros), pero no puedo del todo porque soy una de las que se han adaptado al nuevo domicilio y ara parlo català por los codos, aunque recurra a la lengua materna para afinar unas líneas. Tampoco puedo del todo porque al Litus, aparte de estimármelo mucho y resultarme un conversador muy sensato, lo respeto muchísimo por ser uno de los muy poquitos catalanes que he encontrado que, siendo un enamorado de su cultura -aparte de un virtuoso en el ejercicio de la misma-, muestra un amor genuino que se sustenta a sí mismo, sin resabios ni malas leches de diversos octanajes contra los de enfrente. Pero en lo que sí puedo -un poquico- contrariar es en aquello de que las bases de datos no se construyen con cuatro anécdotas como las del tipo este de Leganés, vale, de acuerdo, eso es cierto; pero, entonces, ¿con qué? Si las estadísticas y las encuestas mienten como bellacas, que también estaremos de acuerdo, ¿qué nos queda? Nos queda NUESTRA mirada, y ahí ya todo depende de cómo de abierta sea esta. La anécdota como único argumento es, aparte de pobre, engañosa, ahí todos de acuerdo y viva Litus por el puntazo sobre la i que le ha puesto al tío Arturo. De lo que yo escribo es de que incluso aquellos que no esgrimimos lo de “pues a mí, una vez…” a diestro y siniestro, ¡incluso nosotros a fin de cuentas sólo tenemos nuestra impresión! Vale, aquel que ha trabajado en los polígonos industriales catalanes es el que quizá tenga un punto de vista más autorizado… o quizá el que ve, como yo, que la crispación se la inventan en la tele y que, en una charla entre amiguetes y/o conocidos, la conversación salta fluidamente del catalán al castellano… ¿Estamos más o menos (no pido nada más entusiasta que “más o menos”) de acuerdo? Entonces, ¿por qué a ninguno se os ha ocurrido apuntar que a pesar de que a Reverte se le haya ido la pinza, hay una lejana pizca de veracidad en lo que dice? He leído una broma sobre que si el leganense buscaba curro en el Termcat… ¡no hace falta eso para no encontrar trabajo por no saber catalán! Si ya es duro dejar tu pecera para ir a otra nueva, ¿no es obvio que en la pecera catalana hay un puntito más de dificultad para la adaptación? Para el que ha crecido en esta pecera, es difícil ponerse en las escamas del pez recién llegado, o de aquel que ni siquiera llega (porque yo podría oponer, a la explicación del rollito “no me vuelvas a mandar el fax en catalán”, otra sobre el rollito “viajo desde Madrid para solucionar problemas a clientes de toda España, pero cuando tenemos uno en Barcelona se tiene que apañar la delegación de allí porque yo no me como un rosco”).

En fin, vosotros permitidme que recurra a la primera persona y yo intentaré no caer en lo anecdótico, para hablar del tema laboral que era en lo que Reverte y Litus basaban sus escritos: no he crecido aquí y he venido con la mirada más abierta posible… he aprendido la lengua lo más rápido posible… y sin embargo, percibo que no he sido la única que ha pasado meses de paro sin subsidio. No soy la única que ha encontrado un buen trabajo cuando ha podido hacer la entrevista en catalán. He leído “el que no trabaja es porque no quiere”. Claro, siempre pude haber desviado la energía y tiempo que dedicaba a buscar trabajo y aprender catalán hacia un día a día como camarera…Fotut, no? Si tienes que buscarte un trabajo “alimentario”, que dicen los franceses, porque la cosa está muy malita y ni con tu título universitario ni con ná encuentras un curro majo, pues vale; pero cuando percibes que ese trabajo “alimentario” te está reservado porque con tu título universitario y SIN catalán no encuentras curro majo… cuando sientes que eso en Zaragoza, o en léase la ciudad del resto de España que queráis, no sería necesariamente así… se te hace cuesta arriba. Y aun así, leí libros, me tragué algunas pelis mediocres en la TV3 sólo porque llevaban subtítulos para sordos, me saqué mi diploma de catalán. Y, saliendo de lo laboral, me aclimaté e intenté abrir la mirada aún más… pero, y ahí hay un quid, veo aún de cuando en cuando junturas que chirrían. Porque en el proceso aprendí a respetar (incluso a despecho de los cretinos que se envuelven en la senyera y te exigen que “te normalices”), aprendí buscar la ecuanimidad (a despecho de los cretinos que te dicen “te has vendido a los polacos” cuando defiendes en tu patria chica el derecho de los catalanes a amar su cultura), y en esa búsqueda imagino que sigo y seguimos todos.

Y por eso, cuando veo falta de ecuanimidad, no puedo evitar contrariar un poco, incluso si eso me lleva más líneas de las que en un principio quería poner como comentario al post. Disculpadme la prolijidad y decidme, si os parece, qué os parece. Porque, como he escrito más arriba, una de las cosas que más aprecio del maese cafeses es esa buena conversación donde te oyes las meninges carburar, y seguro que a más bandas aún es mejor."

“Por encima de tanto marear la perdiz, tanto cuento y tanta murga, la única realidad real es la siguiente: mi amigo José Manuel es madrileño, técnico de sonido, tiene veintisiete años y una novia en Cataluña. La novia se vendría a vivir con él a Madrid, de no mediar un problema: ella trabaja en Barcelona. Así que llevan un año intentando que el chico encuentre algo allá arriba, porque, como él dice, tampoco es cosa de chulear a la churri. El problema es que José Manuel no parla una palabra de catalán, y su trabajo tampoco le deja tiempo para ampliar horizontes lingüísticos. No pucha del catalán más que bona nit y bona tarda; y eso, con acento de Leganés. Con tales antecedentes, supongo que nunca adivinarían ustedes lo que ocurre cada vez que busca trabajo en Barcelona. ¿Verdad que no? Me juego el sillón de la letra T a que no se les hubiera ocurrido jamás: no le dan trabajo porque no sabe catalán. Qué me dice, caballero, se admirará alguno –el presidente del Gobierno, por ejemplo–. No me puedo de creer ese déficit de buen rollito. Etcétera.”

El problema es el sillón, Arturo. Si en lugar de estar sentado, te dieras un paseo por los polígonos industriales de Cataluña, sabrías que el idioma que más se oye, es el español. Es más, si hay un idioma cuyo uso está penalizado, es el catalán (“somos una empresa internacional”, “tenemos relaciones con el resto de España”, blablabla...resumiendo: “este fax no me lo mandes más en catalán”- aunque el receptor lo sea). Deduzco, pues, que si tu amigo técnico de sonido no se ha dado cuenta de esto, es que es un poco sordo. Duro de oído, por lo menos.

La cuestión de la dificultad en el aprendizaje del idioma. Esa es otra. Creo que tan difícil es para un catalán aprender francés, cómo para un español aprender catalán. Conozco muchos catalanes que al año de estudiar francés ya podían leer y comprender, más o menos, un libro. Eso sin estar en el país donde se habla el idioma, sin poder practicar demasiado, vamos. Cosa que no ocurriría con tu amigo, de venirse a Barcelona. De lo que se deduce que el técnico de sonido, además de sordo, es un poco cretino. Y así no lo va a contratar nadie. Ni en Cataluña, ni en ningún sitio.

Por lo demás, hay pocos lugares donde la convivencia entre diferentes culturas sea tan fluida en todos los ámbitos (económico, educativo, etc.) cómo en Cataluña. No se puede coger un hecho puntual por el todo. El plural de “anécdota” no es “base de datos”. Hace falta un poco más de rigor para ser antropólogo o, me atrevería a decir, columnista en un periódico.

Y lo peor, Arturo, es que nadie sabe mejor que tu –una persona que ha sido corresponsal de guerra- cómo empiezan éstas. Hay un mucho de demagogia, de crispación visceral en la chispa que prende la mecha, y ya me gustaría verte en tu sillón, con su letra T incluida, si alguien te dijera que el español de Madrid no es el mismo que se habla en Argentina o México. Porqué es lo que pasa con el catalán y el valenciano. ¿Pero eso son cosas de nacionalistas, verdad? Y tú no lo eres, tú eres español. Español a secas, y a mucha honra.

Arturo, tengo todos tus libros de artículos (“Con ánimo de ofender”, “No me cogeréis vivo”, etc.) y creo que, últimamente, “fas catúfols”. ¿Qué es “fer catúfols”?- te preguntarás. Pues chochear, Arturo, chochear. O a lo mejor es que, a veces, hablar es demasiado fácil. “Talk is cheap”, que diría tu amigo Javier Marías. Pero tú siempre has dicho que eras hombre de mar y de una sola lengua. Lo dejamos, pues, en un “por la boca el muere el pez”. Bocazas.

Passen targetes de crèdit per les caixes enregistradores (“el seu DNI, si us plau?”), ascensors amunt i avall, s’obren i es tanquen portes (“Caballeros 3ª planta, aproveche nuestras ofertas”), s’encenen els llums: 1,2,3,4...5, números de colors. Escales que pugen, escales que baixen, que engoleixen, que escupen. Gent, gent i més gent que compra (“en efectiu?”), que torna (“en diners o en vals de compra?”), que parla, que crida (“me oyes? Oye...Oye, que no tengo cobertura!”), oferta!, oferta! (“2x1”, “Sólo 13,99 euros”...), “ja és soci?”, “té la targeta de client?”, “en què puc ajudar-lo?”, “ho sento, de la seva talla no ens en queden...”, “Planta joven...”, “coja una muestra!”, “compre ahora y empiece a pagar en febrero”, “Rebaixes, rebajas!!”. I mentrestant, a llocs com l’Índia, la Xina o Corea, hi ha milers de treballadors tancats en tallers, enormes baluernes dedicades a la producció de roba, sabates, electrodomèstics, mobles...productes que són distribuïts i venuts aquí. Tot és correcte, tot és legal: horaris, drets, etc. A la pràctica: jornades que no s’acaben mai, acomiadaments, sous irrisoris, nul.la formació, etc. Nosaltres, com a compradors, abusem d’ells quan adquirim els seus productes, mentre que aquí, aquestes mateixes empreses, segueixen fent contractes “escombraria” dins del marc que els permet la llei . Quin sistema de producció, que ens fa ser abusadors i, a la vegada, abusats. Quina paradoxa, la de saber-se víctima i, alhora, botxí.

Més que el que perds, el que deixes de guanyar.

En una taula del racó hi havia una senyora d’uns cinquanta anys, amb un vestit negre, ple de llacets, enfarfegat, grassoneta, les faccions lluents, indiferents i fatigades, L’acompanyava una senyoreta intensament pàl.lida, fina i esvelta, els ulls negres profunds, amb una mica de carmí als llavis. S’afegí a elles un senyor alt, gris, sec, d’un color trencat, els dits grocs de fumar, els ulls sense tendresa. Aquest senyor s’assegué sense dir paraula, desplegà el tovalló i després un diari que ja no deixà en tot el repàs. Em sorprengué el gest oratori i inflat amb què desplegà el diari. De tant en tant la senyora tirava una crosta de pa a un gos blanc, vell, de pèl rar i rissat, de potes curtes, tan aclaparat i las que semblava fora del món. El gos veia caure els trossos de pa amb una gran indiferència i si el pa queia fora del seu abast s’hi acostava, després d’haver-lo mirat displicentment una estona, amb una mandra greu. Es tornava a ajeure de seguida i començava a mastegar amb un aire de dispèpsia total. Aquella taula feia la impressió d’una tristesa i una fatiga estranyes. Eren funcionaris.

Josep Pla. Girona

La sensació perenne d’haver arribat cinc minuts tard, amb la pel•lícula ja començada: “Disculpi, perdoni, perdoni, disculpi...gràcies”. Dubtes: “Aquest deu ser l’heroi”, “Vols dir?”. Seguir el guió a batzegades, entendre la trama una mica més tard, quan ja tot ha passat: “Ah, aquest era el del principi...”. Lligar-ho tot a corre-cuita. Al final, les lletres de crèdit. Fosa en negre. The End.

(O potser és que ell tenia raó i the whole world is about three drinks behind... )

Recordo que eren penjades a la paret: A, B, C, D...retallades amb paper de vidre, m’agradava resseguir-les amb el dit. Les primeres lletres, les primeres paraules escrites. Encara ara, després de tants anys, m’agrada resseguir-les, amb un dit imaginari, als diaris, als llibres...al rètols del carrer. Les lletres, les paraules, els idiomes. Sempre m’han estat una eina per aprendre i comunicar-me. Cada paraula nova (en qualsevol llengua) sempre m’ha fet l’efecte d’una autèntica descoberta d’allò més enriquidora.

Què volen aquest gent?

Diuen que, en el fons, la pàtria de qualsevol persona és la seva infància. L’edat adulta representa, en molts aspectes, un exili. Però, tard o d’hora, un moment o altre, sempre hi podem tornar. Per a mi és fàcil, memòria enllà, calaixos plens de records: jocs, companys i família. Tardes d’estiu, piscina i rialles. Tocar i parar, el cavall fort, una pilota, genolls pelats, “vaig a berenar, ara torno...”, la colla d’amics, la bicicleta, “vindràs a casa més tard?”. Nits de Reis i de pessebres, “tió, tió...caga turró”. La mirada de la besàvia, les seves mans, fermes i arrugades. Confits de pinyó, cotxets de llauna. Els contes, “una pel pare, una per la mare...”, “àngel de la guarda, dolça companyia...”. Excursions, fonts i anissos. Menjar cireres dalt de l’arbre. “Demà anirem a la muntanya”, “abriga’t bé, que fa fred”, el caliu dels pares. Passis de cinema a la tarda: “Superman” i “La guerra de les galàxies”, ombres xineses amb el meu germà. “Per molts anys...”, “no bufeu encara!”, “digueu Lluís...”, bosses de caramels, disfresses, dibuixos, llapis de colors: “no em surten els deures!”, “...ara vinc”. Una merenga per postres, “avui és el teu sant...”, juguem a trencar l’olla, serpentines, confetti i garlandes. Petards i espurnes de colors, Sant Joan. A l’escola amb el sarró i l’entrepà, “quedem aquesta tarda”, dibuixos animats i sopar, “bona nit”, “deixa la porta ajustada...”, “fins demà...”. Ens fem grans, la infància queda enrera i les obligacions del món adult ens fan oblidar, sovint, el nen que un dia vam ser. Malgrat tot, sempre és fàcil tornar de l’exili, tot debanant el fil de la memòria, a aquesta pàtria feta de records que és la nostra infància. On tornen, però, els adults als quals els l’han robada?

A fora cauen volves de neu, petits cristalls d’aigua glaçada. A casa, però, hi fa calor: la febre m’ha fet apujar força el termostat i els vidres estan ben enllorats pel baf. Recolzat al marc de la finestra, quan me’n vaig hi descobreixo, sorprès, l’empremta de la meva mà. A la taula del menjador hi tinc el llibre “Sàpiens” de l’Eudald Carbonell. Homo Sàpiens, és clar. És estrany, després de tant anys d’evolució, descobrir-se en aquest gest atàvic, reconèixer-se en els mateixos instints que ens defineixen des de fa gairebé 150.000 anys. La meva mà, de sobte, com una fotografia feta de petites gotes de vapor d’aigua que em diuen qui sóc, la imatge de la meva identitat: Sàpiens. La sorpresa de redescobrir allò que per costum donem per fet i que, ben mirat, és d’allò més extraordinari: l’Homo Sàpiens és l’únic animal que té plena consciència d’ell mateix, de la seva existència i de la seva relació amb el món que l’envolta. Fa 150.000 anys, un homínid, gairebé un primat, va entrar en una caverna humida i va encendre un foc per escalfar-se, per protegir-se del fred i els animals depredadors, per rostir-hi un tros de carn, segurament. De sobte, sota el sostre de la caverna, protegit de tot, amb la gana satisfeta i esperonat per la seva pròpia ombra projectada pel foc a la paret, algú va imaginar. Algú va pensar en d’altres móns, alhora, però, que prenia plena consciència del seu. D’homínid a dona i home, algú va dir: “sóc jo, ara i aquí”, i tot recolzant la seva mà a la paret de la cova, hi va deixar la seva empremta. La mateixa empremta que, 150.000 anys més tard, resta al baf de la finestra de casa meva. Petites gotes de vapor d’aigua que em diuen –ens diuen- “sóc jo, ara i aquí”. Sàpiens.

La Mar em convida a fer públiques algunes de les “rareses” del Cafè. Rarereses, Mar? Es poden esperar rareses d’algú que ha estudiat màrqueting i comptabilitat de costos a l’Autònoma? Homeeee....si sóc més “standard” que una tassa de cafè de l’Starbucks, jo! Són unes rareses molt innocents. Em sap greu si algú s’espera coses del tipus: “M’agraden les “llúvias doradas” amb la B.S.O de la Heidi de fons”, per exemple. Es decebrà. A més, tothom sap que amb la B.S.O de l”Abeja Maya” és molt millor, no? Vet aquí la meva llista de rareses blogosfèrica. I és que ja ho diu la dita: “Freaks of a feather, flock together”, que ve a ser “De Tarragona manxen, i a Reus les enganxen”. Més o menys.


- Començo a llegir el diari per la darrera pàgina (Ex: La Vanguardia per “La contra”, El Periódico per l’article del Joan Barril, etc...). Jo crec en som uns quants. Podríem fer un club. O una secta, que ara es porta molt.

- Quan un programa de TV m’enfastigueja (sovint p.q es fa massa llarg) tinc tendència a posar-me un dels coixins dels sofà al cap. El meu germà i el meu pare també ho fan. It runs in the family.

- El Cacaolat fred i el calent NO són la mateixa beguda. No he begut mai (MAI!) un Cacaolat calent.

- Sempre que escolto els Rolling Stones, tard o d’hora, inevitablement, em vénen ganes de...de...

- No SU-POR-TO la frase “...és que el Carles és un bon noi”. El meu germà un dia va entrar a casa tot dient: “Si sento algú més que diu “l’Albert és un bon noi...”, no responc de mi, no responc...”. Som bons nanos, què vols fer-hi? Ser cabrón em surt, però m’hi haig d’aplicar.

- De debò que és tan estrany ratllar una rajola de xocolata damunt d’una llesca de pa amb tomàquet?

- Em costa molt llegir un llibre amb la portada lletja.

- Un entrepà de pa amb tomàquet (sí, una altre cop el pa amb tomàquet) amb el tomàquet escampat amb una cullera (és a dir, ratllat prèviament) i amb una botifarra o frankfurt oberts en vertical em poden fer obviar el que he dit al cinquè paràgraf.

- M’agrada veure com la gent canta dins els seu cotxe (encara que sovint fa l’efecte d“allanamiento de morada”, eh?). És l’antídot per les cares llargues del tren.

- Quan la taula està parada perquè hi ha convidats, no puc evitar picar alguna cosa (una oliva, una croqueta...). “Carleeeeees”-se sent. Mira, que vols fer-hi? I és que a vegades vénen a unes hores, oi? (Val, ella tenia partit de bàsquet, bueeeeeeeno, va. Comencem o què? Que hi ha gana, tu...!)

- Si m’assabento que algú del meu entorn vota al PP, m’agrada burxar-lo una bona estona. És gairebé tan plaent com fer petar les butllofes del plàstic dels embalatges dels electrodomèstics. A més, sempre (es) piquen.

Què, “freak”, oi? Ja ho va dir el darrer psicòleg que em va fer un psicotècnic: “Aquest noi és una mica peculiar, eh?”. Mira, es veu que vaig donar igual que l’Hannibal Lecter. Tot i així –sobretot després que em vaig llegir els dos volums de “Cómo ser un líder natural”- a les trobades blogosfèriques cada cop som més.

Per cert: les properes braves, quan?

Mil cristalls
com mil dolors petits.
Mil esclops
d’escórpora i escata,
mil dèries
entre els teus dits.

Mil pensaments marcits
a l’ampit de la teva finestra.
Mil i una nits sense contes,
mil gats sense botes, mil.

Mil poemes d’amor
i un grapat
de cançons desesperades.
Mil llençols buits
sense trama ni ordit.

Mil besos, Bitxo,
mil pedaços
per a tots
els teus neguits.

M’enfilo nit enllà: abraço xiprers, udolo pedres. El banc de fusta, l’ombra de les moreres. Records de ferro forjat: campana, corda, batall. Camps de blat: lluna de dalla. Teníem, llavors, el seny als dits i fèiem l’amor pels afores del poble. Roman, però, encara, l’olor d’aquell romaní?

Ens hem venut
el seny a pes.
Somnis de rauxa:
tramuntana sense brides
ni estreps.
Regalims de melmelada,
de taronja amarga.
Magrana amb moscatell.
Fes,
fes-me cas:
mulla,
mulla’t la sotana,
perd l’oremus –d’una vegada.

Bades?

A misses dites em buscaràs.

Al Cafè, darrerament, hem canviat les paraules i el full en blanc, per unes quantes notes i un pentagrama.

Seré uns dies a la rebotiga tocant el baix (la darrera adquisició del Cafè!)

Fins aviat!!

Carles